Dar el gran paso: dejar a mi marido y atreverme con una mujer

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Cuando vi la película Rosas Rojas me emocioné porque sentía que era mi historia, como supongo que será la de muchas mujeres.

Yo me casé con un hombre maravilloso. Lo conocí cuando acabé la carrera, en un viaje para celebrar la graduación. Me pareció muy guapo, encantador, buena persona, generoso. No se parecía a otros hombres que había conocido en el pasado.

Tal como el de la película. Me quería y me quería bien. Cuatro años después de casarnos nació nuestra hija. Parecía que ya lo teníamos todo, y yo sentía que lo teníamos todo, pero no era así.

En un Congreso al que asistí por mi trabajo (trabajo en el área de Salud) conocí un día a Rebeca. Me llamó la atención inmediatamente no solo por su físico, también porque era muy encantadora. Nunca había conocido a una persona con tanto magnetismo.

Recuerdo que hablando con ella así como embobada pensé «así debe sentirse un hombre cuando le gusta una mujer«, y yo misma me sentí rara con ese pensamiento. ¿Qué quería decir eso?

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La primera noche salimos a cenar cuatro mujeres y alguien le comentó a Rebeca que uno de los ponentes le había «echado el ojo». Ella dijo: ¿un tío? Pues poco tiene que hacer, a mi me van las chicas, y cuando dijo esto me miró a mi y yo me ruboricé como si tuviera 15 años. 

Rebeca tenía un efecto en mi muy particular. Me considero una mujer segura de mi misma y con ella me sentía indefensa, no se me ocurrían cosas graciosas para decir, ni nada, no sé, como bloqueada.

Hicimos un grupo de whatsapp algunas personas que nos llevamos muy bien y charlábamos por ahí cuando regresamos a nuestros hogares. Yo siempre estaba pendiente de si Rebeca escribía o no, y me esforzaba por parecer alegre e ingeniosa.

Un día le escribí por privado para hacerle una pregunta, fue una excusa en realidad, y desde entonces comenzamos a hablar casi todos los días, yo esperaba con ansias sus mensajes. Hasta ese momento no lo consideraba una infidelidad, la verdad, es como si mi cerebro aún no quisiera entender que Rebeca me gustaba realmente.

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Pero el día que quedamos a comer y que nos vimos por primera vez a solas lo confirmé. La veía y sentía ganas de besarla, nunca había sentido esas ganas tan intensas.

Lo nuestro se dio y aunque por un lado era maravilloso porque me estaba enamorando, por otro era doloroso. Hablé con mi marido y llorando le expliqué lo que me había pasado. Él no se lo esperaba, fue un jarro de agua fría. Lo pasó muy mal porque nosotros nos llevábamos muy bien.

Para mi fue la decisión fue la más importante de mi vida. Dejar mi matrimonio, al hombre con quién tenía una hija y apostar todo a una chica que conocía hace unos meses, tener por primera vez una relación con una mujer. 

Ya han pasado casi dos años desde que tomé la decisión. Y sin duda fue acertada. Rebeca y yo vivimos con mi hija, que pasa la semana conmigo y se va los fines de semana con su papá.

Mi ex rehízo su vida y tiene novia, nos llevamos todos bien. A mi madre le costó mucho el cambio, incluso más que a mi ex marido. Pero ha ido aceptándolo, va por buen camino.

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Yo animo a la gente a ser valiente, a veces pensamos que nuestra vida ya está definida y no, hay sorpresas esperándonos.

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