Después de cuatro relaciones con hombres encontré el amor en una mujer

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Siempre fui la típica enamorada del amor, soñando de pequeña con el amor de Disney, ese amor a primera vista que te deja casi ciega, que no te deja respirar.

Encontrar a alguien y sentir que es el amor de tu vida, lo sé, mis amigas se ríen de mi por este romanticismo raro que tengo.

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Y así me aventuré siempre a cada relación. Mi primer novio lo tuve entre los 16 y lo 22 años. El segundo entre los 23 y los 25, el tercero entre los 25 y los 30, y mi última relación heterosexual se terminó a mis 33.

Soy de relaciones largas, de intentar, intentar e intentar incluso aunque el fracaso parezca inevitable. Mis relaciones se parecían mucho la una a la otra y acababan igual.

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Me sentía bastante fracasada en ese ámbito, hasta el día que Irene se cruzó en mi camino. La conocí en el cumpleaños de una amiga del trabajo. Irene era la «prima lesbiana» de mi amiga.

Irene me vio y fue a por mi. Mi amiga ya me había contado que su prima era una conquistadora nata, que se había llevado a la cama a chicas lesbianas y heterosexuales por igual. Y apenas la vi lo entendí, era guapa, sí, pero sobre todo era sexy y atractiva.

Me hizo reír mucho en ese cumpleaños. Unos días después mi amiga me dijo que su prima había pedido mi teléfono, que si me apetecía se lo daba. Me puse nerviosa y feliz a la vez, supe que estaba perdida.

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Me llamó y me invitó a cenar, después la invité yo a una copa. Estaba alucinando, lo que sentí por Irene en dos horas de cita no lo había sentido jamás por ninguno de mis novios en años.

Una punzada en la tripa cada vez que me rozaba, cada vez que me miraba fijamente, verdadero terror cuando nos liamos por primera vez, terror de no volver a liarme con ella, de ser solo un entretenimiento de una noche para ella.

Nunca me había pasado de estar con alguien y sentir un deseo brutal de no separarme, de no despedirme.

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Me sorprendió que no me importara que fuera una mujer, que ni se me pasara por la cabeza, siempre lo viví como algo muy natural y muy bonito. A Irene también le pasó como a mi con ella, sintió cosas que no había sentido hace mucho tiempo y así como yo tenía miedo de ser un entretenimiento, ella tenía miedo de que yo fuera heterosexual y la dejara por un hombre.

Cuando superamos nuestras desconfianzas nos atrevimos a querernos sin tantas inseguridades y fue imperfecto, pero perfecto para nosotras.

Irene y yo llevamos dos años juntas y hace unos días tuvimos nuestro test positivo. Vamos a ser mamás y queríamos compartirlo, no podemos estar más emocionadas.

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