Ser lesbianas, mejores amigas y formar una familia. Nuestra historia

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«¿Y por qué no volvéis?» Nos pregunta mucha gente, y nosotras nos reímos, porque Inés y yo fuimos novias en la era del paleolítico.

Yo tenía 21 e Inés 23. Nos conocimos estudiando medicina y nos hicimos novias. Aunque nos queríamos mucho como pareja no funcionábamos muy bien, los celos de una, las inseguridades de otra, las ganas de vivir la vida de una y el deseo de estar siempre en casa de la otra nos fueron separando como pareja.

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Fueron dos años de relación, nada comparado con los 16 años de amistad que ya sumamos. Inés y yo no somos amigas simplemente, ya somos familia, hermanas. Jamás podríamos volver a liarnos porque nos daría risa. ¡No te lías con tu hermana!

Ella me ha visto enamorarme, desenamorarme, volver a empezar, y así sucesivamente. Yo por mi parte la he visto en estos años tener cinco mil historias con cinco mil tías.

Inés no cree en las relaciones a largo plazo, no se siente cómoda, le gustan las citas, le gusta la libertad, le gusta la independencia, le gusta picotear y el poliamor.

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El tema de la maternidad es algo que siempre nos había atraído a las dos. Inés tiene una familia enorme, con muchos niños. Yo soy hija única. Nos llevamos muy bien con las familias de la otra.

Pero Inés pensaba que no podría tener hijos porque no tendría una novia o una esposa, y yo tenía muchas ganas pero no quería ser madre soltera, me daba miedo tanta responsabilidad solo para mi, y eso me tenía de bajón ya que los años pasaban…

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Un día viendo una serie en mi casa me dijo: «pues tenlo, embarázate y yo seré la otra madre». Vi en su cara que me lo decía en serio. «Tantas bolleras tienen hijos casi sin conocerse y terminan a los dos años y empiezan una guerra. Nosotras nos querremos siempre, nuestra relación es perfecta y seremos como las mejores madres que no son pareja, como las divorciadas ideales».

Me parecía complicado, tenía miedo de que todos nos criticaran, nunca he sido tan innovadora pero por otro lado tenía muchas ganas de ser mamá y no se me ocurría otra persona mejor para compartirlo que Inés.

Y nos pusimos en marcha. Mucha gente no lo entendió, les parecía raro, pero intentamos no escuchar tantos consejos. Me quedé a la segunda inseminación artificial.

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Hoy Inés y yo somos mamás de Elisa, y es incluso mejor de lo que pensamos. La maternidad nos ha unido incluso más y somos más cómplices. Elisa adora a sus dos mamás y cada una le aporta algo diferente. Inés se cambió a un piso más cerca del mío, así nos queda todo más a mano con la niña y la guardería. Compartimos gastos y custodia, somos flexibles con los cambios de días y también pasamos mucho tiempo las tres juntas, en familia.

Inés y yo no somos pareja, no estamos enamoradas, nuestro amor es sano y bonito. Si yo ligo no hay malos rollos, al contrario. Si ella liga… pero qué cosas digo, ¡ella está siempre ligando!

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Lo que hace una familia es el amor, y eso es lo que hace nuestra familia. Nuestra hija nació del amor, pero no del amor romántico, que no es el único que existe. Nadie puede decirnos que no somos una familia, y por eso siempre animo a la gente a que cree la suya de la manera que le parezca más conveniente.

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