¿Y ahora qué? Sobrevivir al fallecimiento de mi esposa

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«Lorena no fue mi primer amor ni el más apasionado ni tórrido, pero sí el mejor amor. El AMOR, así con mayúsculas.

Nos conocimos en un buen momento para las dos, en el momento donde ambas habíamos aprendido a estar solas, a no estar en pareja solo por buscar compañía o por aburrimiento, cuando nos sentíamos tan completas que desde ahí podíamos querernos y disfrutarnos bien.

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Yo estaba divorciada de mi ex esposa y compartía la custodia de nuestros mellizos de en ese entonces 4 años. Lorena era una mujer inteligente, bella, independiente, amante de los animales y los libros. Tenía 3 gatos y cientos de libros.

Ojos verdes grandes, sinceros, y una melena larga, negra, teñida con unas canas que resultaban de lo más sexy. Todo fluyó, todo.

Estábamos a gusto tanto contándonos la vida en el sofá de casa, jugando con mis hijos a legos, leyendo en silencio mientras desayunábamos en una terraza, haciendo el amor, cocinando, como viendo series tomadas de la mano.

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Me sentía tan cómoda, tan «yo», como si todo en mi vida me hubiera llevado a ella. Lorena amaba a mis hijos, y era recíproco, a medida que crecían la relación se hacía más estrecha.

Nos casamos, fue un dia muy especial, y dejamos nuestros pisos para irnos a vivir en un chalet en las afueras, iniciamos un huerto y construimos una casita de madera para jugar con los mellizos.

Adoptamos dos perros viejos que nadie quería para darle hermanos a los gatos, y durante unos meses hasta tuvimos una gallina. Todo era fácil con Lorena, todo era feliz.

Fue un cáncer y fue bastante rápido. Ya está, no es algo de lo que me guste hablar mucho. Es imposible ponerle nombre y forma a la rabia tan bestial, a la sensación de injusticia, al dolor que nunca antes he sentido. 

Lorena tenía mucho por vivir y mucho más que entregar. Se fue el AMOR, así en mayúsculas, se fue la persona que más me ha hecho reír en la vida. Se fueron los ojos verdes que nunca más podré contemplar.

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Ya han pasado 7 meses y sigo rota. Antes de conocer a Lorena me sentía entera, completa, sentía que no necesitaba nada. Ahora siento que se me ha ido todo, como si me quedara a medias.

La partida también está siendo muy dolorosa para mis enanos, que ya tienen 12 años y aunque entienden lo que significa morir, aún no se la explican muy bien.

Me alimento, salgo a caminar, leo los libros preferidos de Lorena. Me ocupo de mis hijos y de los animales. Y ya. Tengo en casa todo lo que era de ella pero sin ella. Y eso es tan difícil de gestionar. Yo antes vivía y ahora solo siento que sobrevivo».

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