Aunque Maite considera que nuestra relación fue un fracaso, yo lo veo diferente. Estuvimos juntas 12 años, nos quisimos, nos respetamos, viajamos mucho, adoptamos a una gata abandonada y tuvimos dos hijas preciosas, que hoy tienen 6 y 4 años.
Pero el amor no dura para siempre. Las relaciones se deterioran, a veces se pueden reparar y otras veces se rompen del todo.
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En nuestro caso todo comenzó a deteriorarse tras el nacimiento de nuestra hija más pequeña. Creo que nuestros trabajos, muy demandantes, las niñas, la organización y la vida se nos volvieron muy pesadas. El duelo por el fallecimiento de la madre de Maite fue otro gran remezón.
Hicimos lo que pudimos, incluso terapia de pareja, pero nada puedo ayudarnos. Decidimos separarnos. Cuando se rompe la familia se rompe todo un sistema de vida, se rompe el sistema de tus hijas, se rompe todo. Es muy duro y es muy difícil salir de ahí, sobre todo cuando tu ex rehace su vida con tanta facilidad y sientes que solo tú te has quedado enganchada en la pena, como es mi caso.
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Lo primero, ¿quién se queda con la casa? Eso fue uno de los principales conflictos. Es increíble cómo una pareja que se quería tanto y tan bien pueda mutar a una cara muy fea, de incomunicación y reproches.
Las niñas, otro motivo de disputa. Tan grande que incluso ella sugirió que cada una se quedara con la que había parido y los fines de semana las juntáramos. Eso creo que fue lo que más me dolió de todo el proceso y por lo que incluso ahora guardo rencor. ¿Separar a nuestras niñas? Son hermanas, aunque no tengan lazos genéticos, aunque hayan nacido de vientres diferentes. Se separan las madres, no las hijas.
Yo tenía difícil el tema de la custodia porque trabajo muchas horas y hago turnos, pero tuve que contratar a una canguro y pedir ayuda a mi padre para que me apoyara en las horas que yo no podía hacer frente. Y así las tengo dos semanas al mes.
Que se rompa tu familia es algo duro, no solo en la parte emocional, también en la parte económica. De compartir los gastos de una casa pasas a vivir en una casa más pequeña, a que todo corra de tu bolsillo e intentar conciliar para que tus hijas pasen lo mejor posible esta ruptura.
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Desde que nos separamos han pasado siete meses. Para mi sigue siendo muy duro. Sobre todo porque Maite ahora tiene una nueva pareja y se comportan como si ellas y las niñas fueran una nueva familia.
Son muchas cosas que gestionar, el duelo, los celos, la rabia, ver a tus hijas la mitad del tiempo. Pero se sale chicas, se sale. Sé que no tardaré en estar en paz, libero mis emociones porque es imprescindible hacerlo para que el proceso sea sano.
Ahora mismo solo quiero mi paz interior y dar el amor y la estabilidad que mis hijas necesitan. Si estás en esta situación solo puedo recomendarte que dejes fluir tus emociones, no son buenas y malas, solo son lo que estás sintiendo, que pongas a vuestros hijos en primera línea, que no los separéis, que te rodees de la gente que te quiere y te des tiempo para superarlo sin presiones. Todo pasará.
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Hoy, después de dos años y medio de separación hemos firmado el divorcio, ella parecía feliz, su indiferencia es lo que más me duele; y totalmente de acuerdo, las niñas, también en mi caso, son lo primero. Fluir se fluye, pero también se deja de creer y yo ya no creo en el amor de pareja… Suerte a las que sí lo hacéis 💪😘