En los artículos anteriores de la serie “Seremos dos mamás” sobre técnicas de fecundación in vitro (FIV) con óvulos propios y a través de ovodonación, identificamos un total de cinco fases por las que pasa una mujer cuando decide que quiere ser madre por estos métodos. En el capítulo de hoy, queremos centrarnos en la última, la que hace referencia a la congelación de los preembriones no transferidos.
Y es que, normalmente, estos embriones se emplean en ciclos posteriores de la misma paciente si no se consigue un embarazo en el primer intento o si se desea un segundo embarazo. Pero, además, existe otra opción: su donación. Esto significa que, una vez que esa mujer ha completado el proceso, los embriones que no se han utilizado se pueden destinar a otras que estén buscando un hijo.
Esta fórmula, conocida como embriodonación, supone una alternativa más para las parejas lesbianas, aunque, como hemos insistido en cada uno de los artículos de esta serie, requiere de un análisis conjunto y previo con los especialistas en reproducción asistida con el fin de analizar si es la más adecuada para la paciente.
La donación de embriones todavía suscita una gran cantidad de preguntas, aunque cada vez tiene más peso en el abanico de opciones. Igual que el caso de la FIV con óvulos de donante, el parecido del bebé es uno de los temas que más preocupa a las futuras mamás. Sin embargo, los expertos de Eugin aseguran que, cuando se lleva a cabo un tratamiento a través de embriodonación, la selección se realiza en función de las características físicas de la mujer receptora y de su pareja.
Otra de las cuestiones que plantea este tratamiento es si esos embriones tienen las mismas posibilidades de prosperar que los que se generan en otros procesos de reproducción asistida. Según los expertos de Eugin, la crioconservación de embriones es una técnica muy segura, que actualmente aporta buenos resultados. De hecho, nueve de cada diez embriones que se congelan están en perfectas condiciones tras la descongelación. “Las tasas de embarazo en ciclos de fecundación in vitro con embriones congelados son muy buenas”, asegura María José Zamora, directora del laboratorio de Eugin Barcelona. “Por este motivo, siempre que un embrión reúne los criterios establecidos, los congelamos”, afirma.
Este proceso no modifica ni altera la calidad de los embriones. La técnica de vitrificación (congelación en nitrógeno líquido) ha aumentado exponencialmente el número de embriones viables, ya que es muy poco agresiva comparada con las técnicas antiguas de congelación lenta, lo que permite tener tasas de supervivencia y embarazo muy altas.
Un proceso de tres fases
En el caso de la adopción de embriones, el proceso se desarrolla en tres fases:
· Fase 1: Selección del embrión. Los especialistas seleccionan el embrión de acuerdo con las características físicas de la mujer que vaya a gestarlo. Como consecuencia, la rapidez con la que se desarrolle este tratamiento dependerá de la disponibilidad de embriones que coincidan con la descripción en ese momento.
· Fase 2: Preparación de la mujer receptora. Con esta técnica, las pacientes siguen una pauta de medicación sencilla y pueden programar el día que prefieren realizar la transferencia embrionaria.
· Fase 3: Transferencia. Una vez se descongelan los embriones, se transfieren al útero en un pequeño procedimiento que no requiere anestesia.
Una vez completado el proceso, como en cualquier otra técnica de reproducción asistida, sólo queda llevar vida normal hasta el día de la prueba del embarazo.