La verdad, me quedo sin habla. Me quito el sombrero ante casos así, porque yo soy también una madre lesbiana, mamá de un niño, que un día pensó: quiero un hijo más, quiero que mi pequeño tenga un hermanito.
Y así fue, así me embaracé de su hermano gracias a una fecundación in vitro.
Pero esta historia, la de Heather Langley y Priscilla Rodríguez podría haber sido mi historia, o la tuya. Tienen 39 y 35 años, y tenían muchas ganas de darle un hermanito a su hija.
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«¿Intentamos tener uno más?». «Claro, por qué no, si con una se nos da muy bien, dos sería genial».
Se sometieron a un tratamiento de reproducción asistida, y antes de las dos semanas de espera el test ya confirmaba lo que tanto anhelaban: ¡Positivo!
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Heather tuvo que esperar hasta la sexta semana para poder hacerse una ecografía. Me imagino cómo debe haber sido su cara cuando el médico le dijo: son 5 bebés. Priscilla solo comentó: por favor, dime que es una broma.
Al principio, como os podéis imaginar, todo fue miedo y aflicción. ¿Cómo cuidarían de 5 recién nacidas? ¿Cómo compatibilizarían sus trabajos y el cuidado de su otra pequeña? La madre gestante temía por su cuerpo, ¿de dónde habría espacio para 5 niñas?
Pero cuando los miedos van cediendo quedan las buenas sensaciones, el llegar a sentirse afortunadas por esta situación tan única y tan especial.
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Las bebés nacieron a las 28 semanas por una cesárea. Y son las segundas quintillizas que nacen en Estados Unidos. Se llaman Hadley, Reagan, Zariah, Zylah y Jocelyn.
Por ser tan pequeñas pasaron sus primeros tres meses en incubadoras en el hospital, pero ya están en casa con sus mamás y su hermanita.
«Ha sido una locura, agitada y agotadora, pero no nos imaginamos la vida de otra manera», declaran las dos super mamás. Preciosa familia de 8 chicas.