Ella fue la vecina que se ofreció a hacerme la compra en el confinamiento. Y así empezó nuestra historia de amor

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me enamore de mi vecina

«Me llamo Flor, soy argentina, madre de un niño de 4 años, bisexual pero más inclinada al amor lésbico.

Tengo 43 y, la verdad, el secreto de cómo hacer funcionar una pareja estable, de muchos años, aún no lo he descubierto. Pero les quiero compartir mi historia, quizás les guste tanto como a mí.

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Crecí en un barrio de calles de tierra y a 15 pasos de mi casa vivía la que hoy es mi pareja, que tiene 44 años. Nos conocemos desde muy chiquitas, desde la infancia somos vecinas, pero nunca jugamos juntas. Yo era un terremoto de rodillas raspadas y boca sucia, ella jugaba a las muñecas y era muy señorita. Me fui del barrio a lo 17 años, para estudiar en otra provincia. Regresé a mi antigua casa con 41 años y mi niño, con el cuál vivo sola.

Cuando empezó la cuarentena por el coronavirus fue muy duro, trabajaba desde casa (soy docente) y con mi hijito hicimos que funcionara lo mejor que pudimos. Pero llegó un momento donde me quedé sin reservas en la despensa y aquí no podías ir al mercado con niños. No tenía con quién dejar al cuidado del mío, tampoco quién me pudiera hacer las compras. Hasta que ella apareció, en el grupo de wathsapp vecinal, leyendo mi S.O.S. Respondió a mi pedido de ayuda y desde ese día, hasta que pude ir yo, ella nos hizo las compras.

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Nos teníamos de contacto de Facebook pero no hablábamos. Esto de las compras dio pie a conocernos mutuamente. De a poco fuimos desarrollando una amistad. Ella tenía pareja. Yo hacía 3 años que no estaba con nadie, sólo era madre. Se separó de su novia por la fecha en que retomó contacto conmigo y de a poco se fue acercando.

Hubo muchas idas y vueltas, de ella, mías. No me terminaba de relajar. Fueron muchos años de ser sólo yo y mi hijo, aprendí a vivir conmigo misma y no deseaba problemas amorosos ni conflictos. Ella supo ganar mi confianza y, con eso, mi corazón. Me contó que me miraba desde hacía mucho tiempo, pero yo no la registraba.

Hoy la amo. La recuerdo de niña, era distante y seria, con una bonita piel canela y unos ojos expresivos que no pierden su misterio. Ella recuerda que con su mamá me oían cantar desde su casa, cuando yo me sentaba en la vereda con mi guitarra, y atesora cada vez que me vio, ya adulta, entrar a algún lugar. Cómo me seguía con la vista. Le llamaba la atención,  ¡le gustaba! Y yo ni enterada. Hoy la miro y pienso mil cosas. Pienso en tantos abrazos, en tantos besos, en tantas camas que conocí por tantos lugares en los que anduve, sin resultado alguno. ..y el amor…el amor…me esperaba ahí, a la vuelta de la esquina, a tan sólo 15 pasos».

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