Método Ropa: mi experiencia personal paso a paso

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Metodo Ropa madres lesbianas
Madres lesbianas latinas por la filiación de sus hijos

A veces tengo el recuerdo de cuando a los 17 años me dejó mi novia y se fue con un chico. Pensé que jamás en la vida sería feliz. Creía que ella, como yo, era la única chica en el mundo a la que le gustaban las mujeres y que jamás volvería a estar con una chica. Casi muero. Recordad que hace unos 20 años no existían ni todas las películas lésbicas, ni todas las series ni todas las famosas lesbianas que hay ahora.

Lo recuerdo con cariño. Porque aunque ahí no lo sabía, mi vida sería maravillosa, y lo mejor estaba por venir. Lo primero que hizo la vida una vez que me calmé, fue mostrarme que estaba lleno de chicas lesbianas, que con algunas viviría muy buenos momentos y con otras no.

A los 27 me fui a vivir a Berlín y ahí conocí a la que actualmente es mi mujer: Arantxa. Otra española que, como yo, estudiaba y se divertía en Alemania.

Los primeros años fueron hermosos pero también muy difíciles. Aran no solo no había salido del armario con su familia, que es muy conservadora, sino que también presentaba a sus padres como novio a su mejor amigo. Locura total. Yo no aguanté mucho esta situación, pues siempre he defendido la visibilidad y la autenticidad, y nos separamos. Dos años duró la separación. ¿Os vais a creer que nos reencontramos en una app de ligoteo en Barcelona?

Éramos las mismas que tan bien nos llevábamos, que tan bien nos habíamos querido, pero ahora más maduras, más preparadas para una relación de verdad. Nos casamos tres años después de volver a empezar. Una boda preciosa que fue perfecta salvo por el detalle de que su madre no quiso asistir. Decía que respetaba nuestra relación pero no quería ser parte de nada.

Un año después Aran y yo decidimos cumplir dos sueños que teníamos. Hacer una ruta por Asia, y convertirnos en madres. El primero salió perfecto. El segundo salió mejor.

Lo primero fue decidir, ¿de qué manera? Nos informamos acerca de todo. Lo más barato era una inseminación artificial, pero lo que más nos gustaba era el Método ROPA, que permitía que las dos involucráramos nuestros cuerpos.

El método ROPA consiste, y en España solo lo pueden hacer las mujeres casadas, en que una de las dos aporta el óvulo y la otra lo gesta. Estuvimos pensando que nos apetecía a cada una. ¿A quién se iba a parecer? ¿Quién se quería embarazar?

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Aran dijo que a ella la genética le daba igual, que lo que tenía ganas de vivir era el embarazo, sobre todo pensando que lo que iba a crecer dentro de ella era una parte de mi. Nos encantaba la idea, el ser mamás biológicas las dos.

Empezamos a ahorrar. El método ROPA cuesta en torno a los 6 mil euros, pero en Reproclinic lo conseguimos por 4.300€ incluyendo el semen. El precio más competitivo que encontramos. Lo comunicamos a nuestras familias y amigos. Para todos fue motivo de fiesta y alegría. Para todos menos para la madre de Aran.

Fuimos a la consulta médica, nos hicieron exámenes, y al ser yo dos años menor que Aran, les pareció perfecto que el óvulo fuera mío, puesto que así teníamos más posibilidades de concebir.

Comenzaron conmigo, que empecé un tratamiento de hormonación. Depende de tu cuerpo como lo llevas, yo lo llevaba más o menos, algunas amigas ni las han sentido, otras, como yo, experimentaron más molestias. Después de unos días me extrajeron los óvulos, cogieron dos y el resto los congelamos (para los futuros hermanitos).

Habíamos comprado el semen según las características físicas de Aran. Pelo castaño y ojos color miel. Los dos óvulos fecundados fueron introducidos en su útero. Y así nos fuimos a casa. Emocionadas, perplejas, y también temerosas de que no funcionara, algo que ya sabemos que es muy común. Cuesta tomarse las cosas con mucha calma, como recomiendan los especialistas.

Los días siguientes fueron una tortura, no conseguía relajarme del todo. Además recibíamos los llamados de nuestros amigos y familiares para saber si había alguna señal, algún dolorcillo, alguna sensibilidad mamar, lo que fuera. Pero no había nada. Los días previos a la beta (como se conoce la prueba para saber si te has quedado embarazada), Aran manchó. Temimos lo peor. La regla. Nos deprimimos pero también nos acercamos mucho y nos apoyamos con amor. “No importa lo que tardemos, seguiremos intentando”.

Pero no, no era la regla. Era solo una mancha. La beta dio positivo y no sabéis la alegría que experimentamos. Aunque nada comparado al momento en que Aleix nació.

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Nuestro Aleix es el motor de felicidad de nuestra vida y la de nuestros familiares. Y en esto también incluyo a la madre de Aran. A la mitad del embarazo ya comenzó a acercarse a nosotras, a estar presente. Y ya ni os cuento cuando sostuvo a su nieto en brazos, ahora es una abuela totalmente integrada, que ama y acepta a su familia.

Esta es la historia de amor de nuestra familia. Si tenéis dudas del método ROPA contactar con Reproclinic.

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