Queremos ser mamás, pero no todavía. Razones para congelar nuestros óvulos

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Congelar óvulos, preservar la ferttilidad

Las parejas de mujeres tenemos un amplio abanico de posibilidades a nuestro alcance para lograr tener un hijo. En la serie “Seremos dos mamás” hemos analizado hasta cinco: método ROPA, inseminación artificial, fecundación in vitro con óvulos propios, fecundación in vitro con óvulos de donante y donación de embriones. Y todavía nos queda otra más que, en los últimos años, está posicionándose como una opción muy valiosa para aquellas mujeres que quieren ser madres pero que aún no tienen claro el cuándo: se trata de la congelación de óvulos o vitrificación ovocitaria.

Este proceso se utiliza para la preservación de la fertilidad mediante la conservación de los óvulos maduros con el fin de emplearlos en el futuro con la misma probabilidad de embarazo que había en el momento en que se hizo la congelación. Por ejemplo, una mujer podría vitrificar sus óvulos con 29 años y utilizarlos con 39, conservando la probabilidad de embarazo que tenía una década antes.

La ventaja del óvulo vitrificado la encontramos en el hecho de que mantiene su calidad, no envejece, es como si estuviera en pausa y, por tanto, no tiene fecha de caducidad, lo que implica que se podría conservar sin límite de tiempo y recurrir en el momento deseado. Eso sí, esta técnica se aconseja, generalmente, a mujeres a partir de los 30 años y no más allá de los 40, ya que la tasa de éxito del tratamiento de congelación varía dependiendo de la edad. Y es que, a partir de los 35 años, el potencial reproductivo de los óvulos de una mujer decrece exponencialmente. Por esta razón, cuanto más joven se preserve la fertilidad, mejores tasas de éxito.

Los estudios de las clínicas de reproducción asistida y fertilidad Eugin demuestran que la tasa de fecundación de los óvulos vitrificados es muy similar a la de los óvulos frescos. Además, “no existe diferencia entre un embarazo natural y uno logrado con ovocitos congelados”, asegura la doctora Flavia Rodríguez, directora médica de Eugin Barcelona.

Un proceso de cuatro fases

En el caso de la vitrificación ovocitaria, el proceso se desarrolla en cuatro fases:

Paso 1: Control y estimulación de ovarios. A partir del segundo día de regla, se inicia la estimulación de los ovarios. Se controlan hasta comprobar que el número y el tamaño de los folículos es el adecuado.
Paso 2: Extracción de los ovocitos. Con una pequeña punción, se extraen los ovocitos del ovario, se seleccionan los maduros y se preparan para la crioconservación. El día de la extracción se recomienda reposo en casa, pero a partir del día siguiente se puede retomar la actividad habitual.
Paso 3: Crionización. Los ovocitos se sumergen en nitrógeno líquido a -196º y quedan vitrificados en segundos.
Paso 4: Conservación. Los óvulos se mantienen congelados en nitrógeno por un tiempo indefinido, hasta que se utilizan. Para descongelarlos, se hace el proceso inverso. Con esta técnica, la supervivencia de las células es superior al 90% y las características se mantienen intactas.
Una vez se haya tomado la decisión de ser madre, el procedimiento consiste es descongelar los óvulos y, en el caso de las parejas de mujeres, seguir la técnica de fecundación in vitro con semen de donante. Como hemos apuntado anteriormente, la tasa de éxito de esta segunda fase del tratamiento está directamente relacionada con la edad a la que la mujer congeló sus óvulos. Cuanto más joven, mayor será la tasa de embarazo.

Si tú y tu pareja tenéis claro que querréis ser madres pero sentís que todavía no ha llegado el momento, contactad con Eugin y solicitad vuestra primera visita gratuita con un especialista. Ellos estarán a vuestro lado durante todo el proceso.

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