En España quizás ya nos hemos olvidado de lo que es puesto que desde hace 15 años las mujeres lesbianas podemos casarnos y nuestros hijos pasan directamente a ser hijos legales de ambas, de nuestra pareja y nosotras.
Ante la ley nuestros hijos tienen dos mamás, con los derechos y deberes que eso conlleva.
Pero somos un oasis dentro de un mundo intolerante y lesbófobo. ¿Qué significa no tener la opción de filiación de los hijos?
Significa que solo la mamá que ha gestado aparece en el libro de familia como la «única» madre. Que aunque hayamos vivido todo el embarazo con nuestra pareja, que hayamos estado ahí en el nacimiento y en la infancia de nuestro bebé, que hayamos cambiado mil pañales, dado mil biberones y papillas, que hayamos pasado noches sin dormir con nuestros pequeños, ante la ley, ante el médico, ante el cole, ante la sociedad, no somos legalmente nada.
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Que si a nuestro peque lo internan en el hospital no podemos estar ahí, que si nos separamos estamos desprotegidas ante la ley y dependemos de la buena fe de nuestra ex, que si ella fallece no tenemos el derecho a quedarnos con la custodia de nuestro hijo.
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Es realmente doloroso e injusto.
En la mayoría de los países latinoamericanos y centroamericanos no existe ni matrimonio ni filiación de hijos. En Chile, por ejemplo, el proyecto de filiación se presentó hace cuatro años en el Congreso, apoyado por la asociación lésbica Rompiendo el Silencio y Familia es Familia. Recién hace dos días la iniciativa fue debatida por los parlamentarios. ¿Sabéis lo que hicieron? Pues no pensar en los niños y en sus derechos, no, más bien pelearse por sus propias creencias.
En Chile un hombre heterosexual puede ir a un Registro Civil y reconocer a un hijo ya nacido, da igual la edad que tenga el hijo y que no cuente con la aprobación de la madre. Pero es que claro, es un hombre hetero, no una mujer lesbiana. Pedazo de lesbofobia.
En Perú las familias se han unido para dar una lucha muy dura, porque el país es profundamente machista y lesbófobo. En este artículo te contamos cómo se han organizado.
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Desde México nos llega otra historia de lucha, la de las mamás de Camilo. Marilú y Karla viven en Nuevo León. Gracias a una fecundación in vitro consiguieron su sueño de ser mamás. Pero no pudieron registrar a su hijo en su Estado. Después de cuatro meses de espera una negativa, tuvieron que trasladarse a otro para poder inscribir a su hijo.
Ahora luchan para que en todo el país se unifique el criterio y no dependa del Estado o del ánimo la persona responsable en el Registro civil y su nivel de tolerancia a la diversidad.
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«Consideramos que la regulación a favor sobre el registro de nuestros hijos, procesos y formatos, deberían ser flexibles para cualquier tipo de familia y aplicarse en todo México, pues negarles el registro implica vulnerar un derecho fundamental a los niños. Las familias merecen ser reconocidas y los niños merecen tener los mismos derechos y oportunidades ante la ley», aseguran.
Puedes apoyar a esta familia, y a todas las familias mexicanas, firmando esta petición.
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