Madres y lesbianas: nuestra visibilidad define el tipo de personas que serán nuestros hijos

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La visibilidad lésbica de las madres lesbianas
La visibilidad lésbica de las madres lesbianas

Y llega el día donde todo parece un sueño hecho realidad. Coges a tu recién nacido en brazos (o a tu bebé o niño ya mayor si es adopción) y piensas que la vida es maravillosa, te inundas de amor y alegría. Todo es perfecto. ¿O no?

No, la verdad es que no. Ese bebé que te quita el sueño (léase como algo positivo y negativo a la vez) empieza a crecer y el mundo no es tan idílico. En los dibujos animados empiezan a aparecer los modelos de familia que no se parecen a la tuya, hay mamá y papá, como en la mayoría de cuentos infantiles.

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Los libros infantiles sobre diversidad familiar no colman las librerías, normalmente son de editoriales pequeñas y debes buscar bien. Te haces especialista.

Asistes a las jornadas de puertas abiertas de los coles y preguntas cosas diferentes a otros padres y madres, cosas como ¿trabajáis la diversidad familiar en este centro? Te ves llevándole a la profesora diversos cuentos con modelos de familia inclusivos para que los lea en clase.

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Te ves a ti misma explicando a tus peques cosas que no se normalizan cuando ven la televisión, cuando miran a su entorno, cosas como que las familias son todas diferentes, las hay de un progenitor, de mamá y papá, de dos mamás, dos papás, de solo abuelos, etcétera, y que no importa la composición, solo el amor. Te ves buscando dibujos animados y películas inclusivos, mostrando que Andy, de Toy Story, o Dumbo, solo tienen madre, que son familias monoparentales, y que una patita en PatoAventuras tiene dos papás. Y eres tan feliz por ello.

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Te ves a ti misma corrigiendo a gente o saliendo continuamente del armario, con tus hijos delante o sin ellos, puesto que la gente suele asumir que si eres mujer y llevas un bebé en brazos, ese bebé tiene un padre en algún sitio, e insisten en preguntarte por él. Y entonces tú, como si tu misión de vida fuera educar a la sociedad (por eso te cabrean tanto las discusiones sobre el pin parental), explicas que no hay padre, que hay donante, que lo que hay es otra mamá.

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Y entonces, como si en tu frente hubiera un letrero de «pregúntamelo todo», puedes llegar a escuchar preguntas muy íntima, frente a tus hijos, sobre cómo lo hicisteis, quién es la mamá «verdadera» (apelativo que en una sociedad sin educación recibe la gestante), que si conocíamos al «padre» (apelativo que en una sociedad sin educación recibe el donante de esperma), que como se toman nuestros hijos no tener un padre, que si se meten en el cole con ellos. Insisto, muchas veces frente a nuestros peques.

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Y entonces te ves a ti misma sorteando obstáculos que otras madres, las heterosexuales, no sortean. Te ves a ti misma empoderando a tus hijos, poniendo siempre por encima el amor y la educación, poniendo por encima el respeto, enseñándoles sobre tolerancia y también a responder sobre sus orígenes, sobre su familia, etcétera.

La maternidad lésbica es un continuo trabajo de visibilidad. Un trabajo diario de pequeñas acciones que, con el paso de los años, tienen una gran recompensa: la forma de ser de tus hijos. 

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Un cuento, unos dibujos, el master en diversidad y amor que sueltas a los desconocidos en el autobús o en la panadería, tus esfuerzos para que conozcan a niños con distintos tipos de familia, tu propia lucha y tu propia visibilidad terminan calando en ellos. Terminan definiéndolos como seres humanos. 

Y entonces un día los ves, tan abiertos, tan tolerantes, tan respetuosos. Lo dicen los estudios sobre familias homoparentales pero también me lo ha mostrado la vida. Un día ves cómo son tus hijos y te das cuenta que todas esas pequeñas batallas valieron la pena. Porque nuestra Visibilidad Lésbica es un regalo para nosotras y también para ellos.

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